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Sobre la ciudad cuelga una neblina de sudor.

junio 20, 2011

Junichiro Tanizaki es considerado por la crítica uno de los autores más influyentes de inicios del siglo XX. Vivió y escribió durante un periodo en el que Japón se vio confrontado por el intercambio cultural y económico con los países occidentales, especialmente Estados Unidos y algunos países Europeos. Su juventud transcurrió a través de intereses literarios y cinematográficos. Intentó estudiar literatura pero su precaria situación económica le impidió obtener un título profesional. La inclusión del cinematógrafo en Japón era un tema de actualidad y la exploración de métodos narrativos se encontraba aún en estado embrionario.

Participó como escritor de guiones para producciones que buscaban renovar el abordaje que generalizaba a la temprana industria cinematográfica japonesa, además de participar como uno de los críticos fundadores del movimiento Pure Film Cinema, un verdadero éxito respecto a otros ideales creativos. El movimiento se centraba principalmente en la construcción del lenguaje cinematográfico. En Japón, en 1910, la industria del cine se sostenía con filmes que prolongaban sin alteraciones las influencias de las artes escénicas tradicionales como el teatro Kabuki, las películas eran calcos (que no mapas) de formas gastadas que nada tenían que ver con el uso de las características técnicas ya difundidas en otros países. Las películas por supuesto eran mudas e incluso se llegaba a grabar en el teatro una obra para hacerla pasar como narración cinematográfica, otras ocasiones más afortunadas se usaba una estructura narrativa acartonada pero los actores actuaban en escenarios reales de la misma manera en la que lo harían en el teatro. La edición era igualmente burda y a menudo era una colección de planos largos e inmóviles, tanto la edición como la fotografía carecía de una aproximación analítica para narrar visualmente una escena, lo que implica el uso del paneo, el acercamiento y el uso de recursos de edición de varios planos y ritmos que expresen emocionalmente la visión del artista. Sus películas y su labor de crítico aportaron fuerza al movimiento que pronto se generalizó entre los cineastas japoneses. Esto llevo al abandono del gremio de actores, quienes además de tener que lidiar con la competencia del cine ahora debían ser despedidos y proscritos ideológicamente del proyecto cinematográfico. La mayoría de las películas usaban onnagata, un tipo de actor masculino que representaba roles femeninos que, como es natural descubrir, tuvo que pasar por fuertes crisis antes de que la cinematografía la aniquilara casi por completo. Alrededor de 1942 se prohibió el uso de onnagata en las representaciones debido no a una revaloración de la mujer sino a la corrupción que provocaba el tener a jóvenes varones con femeninas facciones en búsqueda de fama y protección a disposición de empresarios y caza talentos. La voz deseante se hizo oír y se disolvió la prohibición tras dos años de airada protesta. Es de esa época el hábito de rasurarse la cabeza que aún caracteriza a los onnagata, de esta manera uno no queda proscrito a cuidar de la femenina cabellera y puede trabajar gracias al uso de pelucas en roles masculinos, además de ser ocasión para lucir los curiosos sombreros que se han ido estilizando a través de los siglos en el teatro japonés. Ya se entiende que el cine japonés seguía un desarrollo embrollado, se suspendió la contratación de onnagata y al alcanzar una orientación más cinematográfica, además de la inclusión del sonido, se despidieron también a los benshi, quienes tenían por fuerza que estar a un lado de la pantalla y a los músicos leyendo los interminables diálogos en las salas de cine japonesas.

La carrera literaria de Tanizaki estuvo permeada también por el sincretismo de lo japonés y lo americano, fue uno de los traductores de Genji Monogatari o La novela de Genji al japonés moderno. El puente de los sueños es un libro de relatos que toma por título el último capítulo de Genji Monogatari. Consta de cinco relatos escritos en diferentes momentos de su vida y todos ellos transcurren en esta época de integración. El libro es una ventana hacia esta época casi desconocida por los occidentales.

“El tatuador” fue el relato que lanzó a Tanizaki a la fama. Trata la historia de un tatuador que está en busca de una mujer estéticamente perfecta para ofrecerle el tatuaje perfecto y llevarla al terreno de la Femme fatale. Tras una vida de búsqueda conoce en una joven inocente a su encarnación. Le propone tatuar su espalda con el tatuaje perfecto para ella, con el tatuaje que la completaría y que le permitiría esclavizar a los hombres. Al ir dejando atrás centenas de sesiones de doloroso tatuado se perfila hasta quedar nítida en su espalda la imagen enorme de una tenebrosa araña con sus huevecillos a la espalda dotándola de un poder sensual intolerable. El final del relato me resultó particularmente sorprendente ya que se trasciende el cómodo, y frecuente, final en el que el autor se enfrenta con la barrera de mostrar tatuaje tan absoluto y decide dejar al lector seducido y sorprendido no mostrando nunca el tatuaje.

 “Terror” narra el viaje en tren que debe hacer un hombre para llegar a la consulta de un especialista que lo curará de su intensísima fobia a los trenes. Esta interesante paradoja lleva al hombre a narrar sus pensamientos sobre su terror en un conveniente estado alcohólico. El protagonista tiene temor a los trenes cuando además los trenes son una importación occidental reciente tanto en el momento de la escritura como del relato. Qué representaría para un hombre japonés adulto temblar ante los trenes, más allá del sentido psicoanalítico clásico simplificante de relacionarlo por ejemplo con la separación o la revivencia de ansiedades básicas universales o del temor a ese símbolo de occidente o el progreso. ¿Qué sentiría usted si estuviera en la misma situación?

El tercer relato se titula “El ladrón” y narra la paradoja a la que se enfrenta un moralista estudiante cuando la gente comienza a sospechar de él como autor de una serie de robos en el dormitorio universitario, y aún más, cuando comienza a sospechar de sí mismo.

 “Aguri” cuenta la tarde de compras de una pareja en busca de ropa femenina “a la americana” y “a la francesa” r. El hombre le propone comprarle ropa para inaugurar no solamente un apartado occidental en su tradicional guardarropa sino un espacio occidental en su ordinaria y tímida mujer. La tarde transcurre entre las llamativas marquesinas de las tiendas de importación y las órdenes del marido a un nuevo tipo de vendedores preocupados por la satisfacción de sus clientes que le muestran a la inocente Aguri atrevidas prendas ante las que se descubre excitada por las posibilidades de sí misma al vestirse con su misterioso Lingerie.

El último relato está inspirado por el título del último capítulo de Genji Monogatari y consiste en un relato que el protagonista comienza a escribir al terminar de leerlo. La historia tiene el tono onírico de quien recuerda la infancia pero pronto se revela algo más inquietante. El padre del protagonista está tan apegado a su esposa, diríase tan perturbado, que preocupado porque alguien pueda desplazarlo en el amor que ella le tiene decide obligarla a regalar a su primer hijo y a conservar únicamente al segundo, el narrador. Cuando ella muere el padre rápidamente la sustituye por una mujer de dolorosa historia y la hace llamarse igual y cultivar las mismas pasiones y habilidades que su esposa tenía. El narrador se encuentra constantemente confundido acerca de donde comienza su madre y donde termina su madrastra, quien pronto se embaraza y es obligada, con notable consentimiento por parte de ella, a regalar a su primogénito con la intención de no procrear más pues tiene a su hijo sustituto en el protagonista. Poco antes de morir el padre le da precisas instrucciones para mantener viva a la mujer que lo ha obsesionado toda su vida: cuando llegue a la mayoría de edad deberá casarse con la mujer que elija la madrastra para encarnar a la única mujer que ambos aprendieron a amar, al nacer su primer hijo lo regalará y al segundo le repetirá estas instrucciones cuando él mismo se encuentre en su lecho de muerte.

Desde luego no tiene otra opción.

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Deception

agosto 22, 2010

Llevo algunas semanas pensando en la película Inception (El origen). Más específicamente he estado buscando la razón por la que la película comenzó a desarmarse nada más llegar a casa. En sí ésta me dejó una impresión favorable pero poco a poco mi opinión fue encontrándose con la de los demás, especialmente con la de quienes creen haber encontrado una obra maestra de la cinematografía, incluso cuando la detentan personas con un amplio criterio cinematográfico sustentado por teorías serias. Al inicio me sentí un poco confuso por los niveles de sueño que presenta, quién sueña cada cuál, quién los construye, quién los puebla, quién debe ser despertado, etc. Chamba concreta. Clarificado este punto afloraron serias dudas sobre el concepto de Limbo que presenta, especialmente porque la película deja entrever que éste es un espacio colectivo que gira alrededor del concepto que de él tiene el personaje de DiCaprio, idea con la que no comulgo. Aclarado el punto en diversos foros de internet pronto reclamó mi atención la discusión decimonónica de si lo que había sucedido era realidad o fantasía, si el “tótem”, talismán o trompo se detenía al final o si continuaba girando: Si Christopher Nolan en su genialidad tenía algo impresionante que decirle a la audiencia, cual si se tratara de un gran gurú místico. Este aspecto de la discusión me parece más bien ocioso, pero cómo ha levantado pasiones. Unos le dicen a los otros: Siguió girando, No siguió girando, Los niños tienen el mismo aspecto del sueño, DiCaprio envejeció, DiCaprio despertó, No se suicidaron, Sí lo hicieron, Los edificios se deterioraron por el olvido, Los edificios se cayeron por las dudas internas, Existen los sueños lúcidos. Por qué no pensar que es simplemente una película, uno nunca va a encontrar respuestas fiables  de la vida en ninguna producción humana, mucho menos en una película mainstream, sin embargo esperando ver una película sobre la vida onírica resulté decepcionado. Pero la gente se aferra a la idea de que fantasía y realidad tienen valores distintos, que hay una separación y una posibilidad de engaño en lo que vemos según crean que siguió girando el trompito o no, esta seducción lleva a que gran parte de las películas de éxito planteen el dilema y muestren personajes principales inocentes que en realidad son férreos asesinos internos, que se extirpe validez en lo práctico y que tengamos un final “sorpresivo”. Mi maestra de literatura comentaba con horror y preocupación que cuando le pedía a sus alumnos que escribieran un cuento siempre al final se desmentía todo lo sucedido con la frase: despertó y se dio cuenta que era un sueño.

Ya me da desconfianza ir al cine porque entre las películas de éxito, de cualquier género, pronto se llega al final, revelador, de que todo lo que se había vivido no era real o a que el asesino es el psicólogo o el amante padre de familia, que todos están muertos o que todo es un sueño. Tiemblo a medida que se acerca al final y pido: Ojalá el codicioso mayordomo sea el asesino, por pura codicia, no por hipnosis ni enfermedades psiquiátricas, por llana y vil envidia o porque le gustaría acostarse con la sirvienta en el cuarto del patrón. ¿En qué momento eso se volvió una trama simple y se sobrevaloró la supuesta complejidad de la trama con deus ex machina tan desternillantes cómo los ángeles salvadores de las producciones medievales? ¿Cuándo se decidió que la complejidad residía en la confusión del espectador? Inception explota al espectador, lo avasalla con efectos mil veces más logrados en Matrix o en Jurassic Park, pero carece de armonía.

Lo más valioso de la película me parecen las imágenes en cámara lenta, son muy bellas, pero no se comparan con las de Anticristo. También me gusta el final de la película que me parece inequívoco: Todos tenemos un trompito en la cabeza que siempre está girando, si se cae es que estamos desmintiendo nuestro mundo interno, el trompo gira siempre, todo el tiempo y a toda la velocidad que es capaz de imprimirle nuestra mente. El trompo gira y nunca se detiene, a quien se le detenga cuando sueña o cuando se abrocha las agujetas antes de ir a trabajar tiene qué pensar, lo mismo que a quien le gira y siente que podría estar siendo engañado por las “conspiraciones sociales”. La metáfora en sí me parece excelente, el trompo girando dentro de la caja fuerte como símbolo de irrealidad de lo establecido. Como final de película me parece bueno pero se empaña por el activismo manifiesto y burdo de DiCaprio que no debería tener cabida en la película, sueña con un mundo igual de real que permita huir de tus frustraciones, libera tu potencial, emprende el cambio. Al que dude: cuente las veces que dice que la finalidad de la película reside en implantar una idea. Y así la gente se va con la sensación de no saber muy bien por qué su vida ha cambiado y ha tenido una epifanía que lo hace distinto a como era dos horas antes, no hay engaño, se puede implantar lo que sea, incluso con una película.

Pero lo que en realidad me fastidió de la película, es que no tiene nada que ver con los sueños, mucho menos con los sueños lúcidos. ¿Qué sentido tiene entrar a un sueño de tal manera que éste se confunda con la realidad? Uno sueña escenarios insensatos e igual cree en su realidad. ¿Qué sentido tienen tantas armas en un terreno donde lo más importante son las formas que la angustia adopta? La angustia, esa sí, está ausente. Muchos soldados y mucha militarización que no valen de nada porque nadie nunca duda, nunca nadie acepta su realidad, por eso es imposible sentir empatía con los personajes de Inception, alas y balas donde lo que se juega es seguir soñando, nada que perder, la resolución del duelo es maniaca. Veía hace un momento unos fragmentos de Izo, la angustia está sempiternamente presente de maneras sutiles: caídas, música, verdadera desesperación, disparos que penetran la carne pero nunca duelen, como si sucedieran y nunca acabaran de existir, la muerte que comienza y nunca da descanso, el deseo que no se satisface, la huida de uno mismo que lo persigue en la propia ruta de huida, camino y destino y caminante y observador se confunden, estructura y contenido, si aún es válido pensar que son cosas diferentes. Izo sí me parece una película muy onírica, tanto en el contenido como en la estructura, y a diferencia de Inception ésta sí habla de la vida interna, en una escena Izo se pregunta ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? e inmediatamente comienza a llover mientras alguien en la lejanía lo llama por su nombre para informarle que su señor feudal lo llama. ¿Por qué la gente sigue saliendo de los cines confundiendo estructura con contenido? En la semana me decían que una película psicótica era El aro o Mente siniestra y yo contestaba que simplemente trataban el tema de la psicosis, pero si querían ver una película psicótica vieran mejor una película snuff auténtica. A menudo estructura y contenido se contradicen y las películas se tornan artificiosas. Pasa lo mismo con el origen: trata el tema de los sueños pero con una estructura tan obsesiva que de onírica no le queda nada. Pero claro: a nadie le gusta encontrar que sus epifanías vienen de otro tan confundido y tramposo como uno mismo.

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Bright future

noviembre 18, 2009

La Chrysaora fuscescens o medusa albear está presente en nuestro planeta desde hace aproximadamente 30 millones de años. Por el momento no hay información acerca de su genealogía y es imposible precisar la fuente de su característica luminiscencia que permite verlas de hasta 100 metros de altura mientras nadan en mar abierto. Para una medusa que tiene en promedio un volumen de 1 centímetro cúbico el poder lumínico es incomparable. En ocasiones se han visto millares de ejemplares ondeando por el horizonte en la noche oscura, todos ellos crías de la misma madre. Lo común es encontrar ejemplares aislados pues su diminuto tamaño requiere viajar en grupos grandes que poco a poco van dispersándose como volutas en la noche, los depredadores, las corrientes marinas y la muerte de los miembros del grupo suelen regular la densidad de su volumen. Existen varias subespecies que habitan la esfera terrestre casi en su totalidad, ya que únicamente son incapaces de subsistir en climas extremadamente fríos. Estas medusas no solamente habitan el mar sino que se encuentran en los diferentes mantos acuíferos continentales e insulares aunque con menor densidad poblacional. Al llegar a habitar en presas y centros de extracción de agua para consumo urbano es infrecuente pero no imposible encontrarlas en los diversos espacios de la casa. Desafortunadamente al captar la luz del día estas medusas son prácticamente invisibles y miles de ellas son devueltas al sistema de agua donde encuentran la muerte debido a la contaminación y restos sólidos en las vías de desagüe y plantas de tratamiento para riego. El hábito difundido de encender la luz apenas se abre la puerta del baño retorna con su atávico absurdo infantil de soslayar la vida en las profundidades y acaba con miles de medusas continentales por año. En Japón la obtención, compra y venta de la Chrysaora fuscescens ha ganado gran cantidad de adeptos y generado flujo de capital hasta por 100 millones de dólares en los últimos cinco años. Ejecutivos jóvenes y preocupados por el medio ambiente emprendieron hace cerca de siete años una cruzada para proteger a esta especie de medusa en aguas continentales, a medida que ganaron patrocinio y la gente se vinculó con la problemática se comprendió la excepcional belleza de estos ejemplares y los primeros coleccionistas amateur comenzaron a mostrar sus colecciones en fiestas exclusivas. A la fecha hay algunos organismos que regulan el comercio e importación de la especie y hay tres compañías que se dedican oficialmente a la explotación comercial de la especie. El rápido crecimiento de este mercado ha generado cerca de 20 libros en los últimos años, desde guías de crianza hasta manuales de coleccionista y un par de novelas en donde los protagonistas buscan y catalogan ejemplares en busca de la medusa perfecta, más de un centenar de reseñas en los diarios y la reciente incursión de las medusas como elementos estéticos en arte visual, instalación y arte escénico. Debido a que estas medusas están popularizándose con rapidez inversores de las compañías comercializadoras han establecido  el procedimiento de marcar con un llamativo punto negro todos los ejemplares que nazcan en sus plantas de crianza con el fin de facilitar la distinción de los ejemplares silvestres. Hay quien prefiere el elegante estilo del punto negro pero los coleccionistas compran únicamente ejemplares salvajes. Ya que las probabilidades de encontrar uno son escasas hay coleccionistas que han publicado páginas web en donde se establece el contacto para la compra de medusas entre particulares, encontradas las más de las veces en el inodoro a causa de su brillo y bendiciendo al afortunado con un ingreso extra de hasta mil dólares según la calidad de la cepa. Las medusas han desplazado a las carpas koi en los estanques y peceras japonesas, ahora es común encontrarlas como centro luminoso en el fragor de la noche. Es costumbre que en estas fiestas cada invitado tenga una medusa dispuesta en el estanque del anfitrión y que al terminar la noche el invitado sea conducido ante el estanque de las medusas, se hable en intimidad con él y se brinde por un futuro brillante para la amistad favorecido por el esfuerzo necesario para presentarle estas curiosas lunas en el agua.