Archive for the ‘Pretextos’ Category

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Esto procede de nuestro medio: tiene que ser así, puesto que del exterior no pueden llegar más que palabras.

enero 30, 2013

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A pesar del placer que me depararía pasearme con el lector por el universo de Ubik hablar de esta novela de Phillip K. Dick desvelando el misterio que se anuda a su trama es una tarea poco ética. Más allá de estar preocupado por contar la historia a quienes gustan de sorprenderse leyendo un libro, la naturaleza misma del libro exige que cada quien interprete y represente la atrayente realidad de esta novela. Por lo general no me molesta que la gente me cuente películas y libros, incluso cuando revelan el final de una historia policiaca o los pasos que conducen al detective a la identidad del asesino, creo que el disfrute está en el recorrido y en lo que no se puede contar: en la literatura, en el cine, en la experiencia de mirar el cuadro y andar por su textura.

La novela narra la historia del personal de Runciter Asociados, una organización que se dedica de manera comercial a la eliminación del espionaje psíquico. El grupo está formado por doce psis que utilizan sus particulares poderes para neutralizar la influencia de las organizaciones de psíquicos dedicados al espionaje, a entrar a la mente de las personas para obtener información privada que tiene gran valor para quienes contratan sus servicios. El señor Runciter le llama a sus psíquicos inerciales y su método de operación consiste en medir el campo psi que generan los espías a cargo del señor Hollis, presidente de la compañía que busca explotar la superioridad psíquica, para posteriormente reunir el número de inerciales que crearán un contracampo en el que se enfrentarán internamente a los hombres de Hollis, una guerra comercial que se desarrolla en un ámbito del mercado  en el que ambas organizaciones son el benchmark del ramo. Telépatas, precos, médium y telekinéticos encuentran en ambas organizaciones la posibilidad de prestar un uso a sus poderes. Al inicio de la novela los precos de Hollis y de otras organizaciones han estado desapareciendo espontáneamente de los lugares de vigilancia dejando a la organización de Runciter en gran incertidumbre sobre los motivos de la retirada. Previendo las dificultades que se avecinan y con el negocio parado a causa de la baja actividad psiónica de las compañías rivales, Runciter decide visitar a su esposa Ella en un moratorio de Zurich, ciudad conocida por el alto grado de especialidad en esta clase de servicios. En un moratorio uno puede hablar con una persona que se encuentre en un estado de semivida. Al morir una persona es posible contratar los servicios del moratorio en el que el cadáver de la persona es preservado de la degradación y puesto en comunicación con quienes aún continúan con vida. El proceso de comunicación consume las reservas vitales del semivivo por lo que el tiempo disponible para hablar es atesorado por ambas partes y su duración disminuye con el tiempo y conlleva siempre un deterioro en el que la conversación que se entabla es cada vez menos coherente y se llena paulatinamente de ruido hasta que se vuelve imposible hablar con las personas y se les declara oficialmente muertas. Ella, la esposa de Runciter se halla en estado de semivida y ejerce desde ese plano su poder como socia principal de su esposo, toda decisión importante sobre el futuro de la empresa debe ser consultada con ella. A veces conforme la gente se deteriora en la semivida comienza a haber interferencia de otros semivivos a los que quizá sus seres queridos no visiten con frecuencia, en el moratorio de Zurich esta Jory, un quinceañero que no parece debilitarse a causa de su gran vitalidad y a la tierna edad de su fallecimiento, a veces entra en comunicación a través de otros semivivos para pedir noticias de la evolución del mundo exterior, un mundo en el que los aparatos son subsidiados por el gobierno pero que para usarlos hay que insertar monedas en los electrodomésticos que hay en casa e incluso en la puerta del propio departamento para que se abra. Ella recomienda a Runciter prepararse para una ofensiva y contratar él mismo los servicios de un preco de Hollis que intente atisbar en las brumas del futuro siempre cambiante cuál será su destino.

Al mismo tiempo Chip, el técnico de medición del campo psiónico y mano derecha de Runciter, entrevista  a Pat, una bella muchacha que aspira a formar parte de Runciter Asociados. Su habilidad es rara y resulta desconocida hasta por los especialistas de la empresa. Pat tiene la facultad de viajar en el tiempo, no exactamente a lo largo de una cadena histórica de los acontecimientos ya que evidentemente no existe ni pasado ni futuro al que se pueda viajar. Pat tenía padres precos por lo que generalmente recibía sus castigos por travesuras que aún no había concebido “esta semana estás castigada por el jarrón que vas a romper el domingo”. Como método para contrarrestar los poderes de sus padres, en uno de los mencionados castigos anticipados ella decide pensar en el problema del jarrón y de alguna manera al concebir la existencia de un jarrón intacto tras haberse roto consiguiendo evitar vivir en la línea temporal que se desprende de la fractura del jarrón para asentarse en otra realidad en la que el jarrón nunca se rompió. Al final de la entrevista Chip no cree ni una palabra de lo que dice hasta que ella lo interrumpe y le entrega el diagnóstico de la medición de habilidades que Chip está realizando en ese momento, el informe indica que no será contratada y Chip reconoce su letra y la terminología secreta de la empresa y desde luego el veredicto que le tenía destinado. Queda convencido de su poder y decide contratarla como personal que pudiera resultar peligroso para la empresa. Dos días después sin saber de qué manera se encuentra casado con ella desde hace varios años.

Poco tiempo después un magnate busca los servicios de Runciter asociados. Stanton Mick se ha enriquecido con la explotación mineral y con la edificación de los primeros asentamientos en la luna, teme ser víctima de espionaje psíquico y ofrece una gran cantidad de dinero para Runciter Asociados. Con sus inerciales sin trabajo Runciter se dirige con ellos a la luna pero cuando llegan descubren que la amenaza psiónica es inexistente. Cuando el señor Stanton Mick se presenta para aclarar la situación y es confrontado por Runciter, Mick se revela como un ciborg que se hace estallar matando a varios de los psíquicos y dejando a Runciter al borde de la muerte. Consiguen volver a la tierra y habiendo muerto durante el viaje meten a Runciter al moratorio en el que está su esposa. A partir de ahí la trama se rompe y se convierte en algo completamente inesperado ya que mientras los empleados de Runciter investigan la manera en la que Hollis les tendió la trampa la realidad cotidiana comienza a alterarse y a degradarse rápidamente involucionando hacia el pasado en donde lo antiguo comienza a invadir los espacios contemporáneos, el avance tecnológico emprende la carrera hacia el pasado, los cigarrillos y la comida están podridos y aparecen distintas manifestaciones de Runciter (los billetes en circulación de pronto tienen su efigie)mientras algunos de los psíquicos comienzan a morir secándose (literalmente) hasta convertirse en momias de varios años de antigüedad.

La primera mitad de la novela transcurre por esta línea y resulta paradójico encontrarse en familiar compañía de algunos de los conceptos que se han vuelto lugar común en la ciencia ficción justo cuando Phillip K. Dick los ideó y popularizó a partir de su obra. Dentro de las ideas que resultan muy atractivas en esa parte de la novela es el concepto de semivida, ciertamente una idea brillante que por un momento uno teme ver caer en mal uso pero que se desarrolla insospechadamente lo largo de la novela. A partir de la explosión se vuelve imposible saber a qué se enfrentan los psíquicos y a medida que se va complicando la trama nunca hay una solución esperada; lejos de solucionarse las cosas se van llevando al extremo hasta que la realidad de la novela adquiere proporciones apabullantes.

La narrativa de Phillip K. Dick es sencilla y sin pretensiones estilísticas, su discurso es coloquial y lineal, elemental, pero a medida que se desarrolla la historia se van superponiendo capas de realidad de una manera simple y agradable hasta que sin saber cómo el lector habita una de ellas.

La impresión que me despertó fue como ver a través de una ventana en la que el paisaje ha sido sustituido por un póster, como los que hay en algunos cuartos  de hotel con mala vista o en la exhibición de plantas tipo de edificios habitacionales y que tienen por objeto desdibujar la realidad a partir del paisaje simulado.

En eso uno se acerca y no es una fotografía, es el paisaje hipernítido  y ya nunca vuelve a estar en el mismo lugar.

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Pégate un tiro para sobrevivir

julio 10, 2010

Chuck Klostermann dejó la redacción de la revista Spin para realizar un viaje de dieciocho días alrededor de Estados Unidos en busca de los lugares que cicatrizaron en los mapas por haber sido la locación de un deceso trágico para la historia del rock. A bordo de un Ford Taurus rentado, rebautizado Ford Tauntan en honor al célebre animal que sirvió de abrigo a Luke Skywalker en el planeta de Hoth, carga con seiscientos CD´s y en sus entrañas comienza un recorrido para encontrar la respuesta al enigma de cómo la muerte puede impulsar a nivel de leyenda la carrera de una estrella de rock. La muerte por accidente, sobredosis o venganza es con frecuencia la causa de que el muerto gane instantáneamente belleza, fama, simpatía o, paradójicamente, posibilidades vitales. Uno se pone a pensar que lo único que le falta a Bono para ser más famoso que Cristóbal Colón en los libros de historia del futuro es morir, morir la muerte más trágica posible en el momento más inoportuno.

Mientras Chuck Klostermann se encuentra en la carretera está por resolver el destino de tres relaciones amorosas simultáneas (o, en vista del amor por lo trágico, están por resolverse). Registra los pensamientos que lo ocupan durante los trayectos y las visitas a los siniestros, y no tan célebres lugares, donde los ahora grandes del rock terminaron su existencia.

Una lista libre de reflexiones a continuación. Una por día de viaje.

1.- No seas infiel. No es que sea malo o inmoral, la realidad es que no se disfruta mucho, siempre se está deseando a la persona excluida.

2.- Tomar drogas sin parar a pensártelo puede establecer lazos inefables con quienes te las ofrecen.

3.- Cuando tienes un héroe a los nueve años sigue siéndolo toda tu vida, aunque su carrera termine infamemente.

4.- La gente que piensa en cuál canción le gustaría escuchar cuando por fin se abra las venas en la bañera jamás se suicidará, especialmente si piensa despedirse del mundo con una canción de los Beatles.

5.- Si aborreces las películas del tipo “Nadie me cree” porque empatizas con esos pobres personajes de la talla del Dr. Kimble, que cuando son irónicos la gente cree que hablan enserio y que cuando hablan con firmeza sobre sus convicciones piensan que están locos, casarse solo alimentará el temor de que tu esposa caiga en manos de sádicos secuestradores.

6.- Así funciona la cultura: te convences de que compartes con los demás una realidad que no existe. Todos los días los programas de televisión llevan a millones de amas de casa a preguntarse a quién le importa la identidad de la pareja de Lindsey Lohan. A nadie le importa, sin embargo es algo que hay que saber porque lo más aterrador es que todo mundo sepa algo que uno ignora. Eso es lo que tememos y de esta manera deducimos la verdad social desde el escotoma de nuestro grupo.

7.- Tampoco encuentro alguna diferencia entre romanticismo y soledad.

8.- La idea de Mary Beth de que el cine ha cambiado nuestra forma de soñar, ya que a partir de los recursos cinematográficos podemos incluir elementos técnicos como el salto temporal en nuestros sueños y soñar años enteros en cuestión de minutos, y que sin esos recursos siempre soñaríamos en tiempo real como los cavernícolas, es insostenible si se piensan los recursos cinematográficos como representación artística del flujo de nuestra vida mental. El lenguaje cinematográfico simplemente es otra forma de comunicarnos. Seguramente los cavernícolas soñaban similar a nosotros, plantaban y cosechaban, cazaban y comían, nacían y morían en una misma noche, y quizá también tuvieran pesadillas como las nuestras, que duran eternamente por un segundo. No le creas a una mesera que  te dice eso porque te considera intelectual por leer el periódico en el café. No es el periódico: son los lentes los que generan que la gente te cuente sus teorías de la vida. Los mismos “equívocos” de nuestros “sueños” nos hacen hablar con la gente que pensamos que puede “explicarnos”.

9.- Cuando alguien quiera contarte un sueño nunca digas que no te interesa. Esa persona quiere decirte algo que probablemente jamás admitiría en una conversación normal. Es una forma de ser sincero sin decir la verdad.

10.-¿Por qué la absenta es ilegal en este país y las motos no? Las muertes por accidente de moto siempre pueden ocurrir de la manera más circunstancial en cualquier parte del planeta. Si eres músico y ansías la fama viaja en un sedán, al menos hasta que se prohiban las motocicletas. Los rockeros que caen de sus corceles rara vez se vuelven leyenda porque en el fondo quieren morir.

11.- “En mi opinión deberíamos legalizar el matrimonio homosexual. Las personas homosexuales son las únicas que aun quieren casarse”.

12.- Si eres un rebelde idealista tu muerte creará la impresión de que no estabas bromeando. Para muchos la muerte solo es explicable en términos de una fuerza cósmica invencible que sofoca y vence a quien se afanó en pensar imposibles.

13.- ¿En qué momento el llanto por un suceso de la vida personal se vuelve el llanto por un grupo de rock?

14.- “El principal problema que entraña tomar drogas es que lo normal parece una locura y las locuras parecen normales”.

15.- Hay cosas que sólo pueden pasar cuando eres joven.

16.- El suicidio le aportó simpatía a Judas y convicción a Sócrates, pero el único suicidio en la historia del rock que ha modificado la imagen de los que quedan vivos ha sido el de Kurt Cobain. Su suicidio le aportó profundidad a las chicas de las hermandades universitarias, una causa a los chavales punks y nihilistas y cerebro a los amantes del heavy metal reformados. Lo único que tienes que hacer para enriquecerte con su muerte es recordar cuánto te interesaba el grupo Nirvana, no importa que no fuese así. “Kurt Cobain fue ese chico que tuvo que morir por los pecados de tu personalidad”.

17.- Ice age coming. Ice age coming.

18.- We are not scaremongering. This is really happening.

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¿Lo soñé tú o lo soñaste yo? Yo pensé que no hacía falta sudar tanto para limpiar una casa que va a dejarse.

May 10, 2010

Kitchen de Banana Yoshimoto se divide en tres partes: Kitchen 1, Kitchen 2 y Moonlight shadow.  Son tres historias de pérdida, de duelo, una manera adolescente de vivir el duelo. En Kitchen muere la abuela de Mikage , la protagonista, y ella decide dejar su casa para ir a vivir con un compañero de escuela, posiblemente esté en lo que correspondería al primer año de preparatoria. En la casa de éste ella encuentra refugio en la cocina, en parte para no resultar molesta y no interrumpir la vida del chico y su madre, quien pronto revela ser en realidad su padre. Eriko, cuando murió su esposa no pudo soportar la pérdida, por lo que cambió de sexo y de nombre, convirtiéndose así en la madre de su hijo. Este ingrediente que a cualquiera pondría los pelos de punta es tomado por Mikage como una de las manifestaciones más luminosas de la fuerza de la vida y pronto establece con ella una relación de gran cercanía y admiración, mientras el muchacho pasa a segundo plano, ya que a pesar de haber perdido a su madre (y a su padre) no es visto por ella como alguien que realmente comprenda su sentimiento de orfandad tras la muerte de la abuela. En la segunda parte de Kitchen, Eriko muere asesinada por un admirador fanático que busca su cercanía en el bar donde trabaja, cuando se da cuenta de que en realidad es transexual, la asesina y ella lo mata mientras agoniza. Es entonces claro que Mikage puede comunicarse con Yuichi pues ya tienen una pena en común, la muerte de su modelo de vida. Mikage se hace aprendiz de cocinero y comienza a intentar evitar a su amigo, quien a su vez se mantiene apartado del mundo pero sabiendo que un fuerte lazo de comprensión lo une con Mikage.

El proceso de duelo es largo y neblinoso, los personajes transitan por Tokio sin prestar demasiada atención a su alrededor, hacen cosas pero no siempre saben por qué razón las hacen hasta que aparece un pensamiento que aporta claves para descifrar lo que les está sucediendo. Los pensamientos de los personajes son hipernítidos y surgen en el momento menos pensado a la manera de aforismos y sentencias que les permiten pensar y comunicarse con los otros y que a la vez que descubren la realidad de lo vivido los orientan en medio de la pesada niebla hacia lo que en cualquier momento puede revelarse como vida. El grado de intimidad es grande pero no en el sentido convencional de la palabra, no intercambian opiniones, puntos de vista o pensamientos sobre lo que les está sucediendo, más bien sucede que todo pasa lejos de la palabra y que sus realidades se funden sutilmente, a veces el hambre de uno pasa a ser el antojo del otro, los sueños se intercambian y se entrelazan y lo pensado por uno sirve para la pérdida del otro, a veces no todo es tan sutil aunque igual pase fuera de la conciencia. La pérdida parece tan abrumadora que Mikage se ausenta y las emociones le suceden sin posibilidad de dominio.

Hay un sueño que es interesante.Cuando tiene dudas acerca de seguir o no viviendo con el Yuichi y su madre, Mikage sueña que está limpiando su casa, está en la cocina y ve que Yuichi está limpiando el piso trabajosamente mientras todo el departamento está ocupado por cajas de mudanza. Ella se sorprende y le ofrece algo de comer, y mientras comen comienzan a platicar.

– Qué hora debe ser.- Dice Mikage.

– Será media noche.

– ¿Cómo lo sabes?

– Fuera está oscuro y, además, por la tranquilidad.- Dice Yuichi.

– Entonces, es una fuga nocturna ¿verdad?- Dice Mikage.

-Pues como íbamos diciendo… también te irás de casa ¿Verdad? No te vayas.

Y piensa Mikage: Me sorprendió porque eso no tenía nada que ver con lo que estábamos diciendo y miré a Yuichi.

Así las cosas Mikage, Pasto sombrío, tiende a no darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, tiene dudas sobre su estado emocional y hasta lo más lógico le suena novedoso. Una interpretación que parece más importante quizá apunte a la posibilidad de desarrollar una relación más firme con Yuichi y sentir que ésta que apenas empieza se ve imposibilitada por la turbulencia de sus emociones. Da ternura verla estudiando sobre cocina y descubriendo una nueva gama de sentimientos a la vez que aprende a cocinar nuevas recetas y conoce nuevos platillos. “ Al principio estaba loca de impaciencia, pero cuando todo empezó a ir bien, pensé “Parece que se ha arreglado todo, incluso mi carácter, pero era falso”.

El libro pertenece al género Shoujo, un género literario que inició en el mundo del manga y que está dirigido principalmente a adolescentes en Japón. Los sentimientos, pensamientos y relaciones de los personajes guían el eje principal de la narrativa y se centran en el proceso de transición de la niñez a la adolescencia, los primeros intentos de independencia y la lucha, generalmente de las mujeres, por hacer frente a su madurez emocional. Casi siempre sus personajes tienen una autodeterminación muy fuerte y se imponen la misión de conquistar su mundo emocional y acomodarse en el mundo social para dar cauce libre a sus talentos. Muchas veces esta firmeza de carácter coincide con una ingenuidad muy grande que hace que los personajes comprendan lo esencial de la situación que deben dominar pero no sepan cómo hacerlo apartados de sus buenas intenciones y esmero. Como los sentimientos son parte primordial de este género la narración no es lineal, se usa mucho el recurso del flashback y de la reflexión, los personajes cobran en ocasiones una importancia muy grande, definidos sólo por unas cuantas frases que enuncian su tendencia vital y queda espacio para lo sobrenatural y lo indefinido. Hay quien encuentra en este recurso un símil con la tendencia de los mangakas a no  enmarcar la acción y a usar múltiples páginas ilustradas para escribir una frase(Romantic love in early japanese fiction). Si bien el género está dirigido a adolescentes esto no significa necesariamente un menoscabo de los recursos pues los adolescentes se piensan así con regularidad. Las alusiones al amor romántico están muy veladas y son así mismo neblinosas. Viendo una estufa ella piensa: “Veía a un hombre y a una mujer que intentaban suicidarse mirando el fuego del infierno. Por lo tanto, su amor iría a parar allí”.  Las palabras son siempre demasiado explícitas y apagan del todo el valor de una luz tenue como aquella. Según la autora del ensayo que cito, el hecho de que la religión predominante en Japón sea el budismo dificulta que en la ficción japonesa el amor romántico ocupe un lugar importante en la literatura ya que el amor es visto como un apego que sólo gente inculta y primitiva alimenta y sigue, por otra parte cuando éstos se enamoran el amor termina en tragedia. Dice Yuichi: “Ahora a ella todo le va bien, y me sabe mal. Yo lo comprendí, es amor”.

Moonlight shadow es una historia independiente y tratada de una manera más natural y menos tormentosa, aunque igualmente neblinosa. Cuenta Banana Yoshimoto, que a esta altura comprenderemos por qué cuando se le pregunta por su nombre siempre hace alusión a que Banana es un nombre claramente andrógino, que Moonlight shadow fue elegido en su universidad para recibir un premio especial, y con justicia. La protagonista se ha acercado al hermano de su ex novio tras “perderlo” en un accidente automovilístico cuando llevaba a su casa a la ex novia del hermano. Ella está apagada pero no al grado de la protagonista de Kitchen mientras el hermano comienza a vestirse de mujer con el uniforme de su novia muerta. Acá ella no ve esto de manera tan natural aunque comprende que pronto el hermano se recuperará ya que a ambos lo que les faltó fue despedirse de sus respectivas parejas. Un día mientras ella corre por un claro en el bosque próximo a un río, acá correr ocupa el lugar de comer, una chica bastante extravagante se le acerca y la invita a reunirse en ese mismo punto unos días después pues sabe que ese día es posible apreciar un fenómeno cósmico muy particular. Ella va y le es dado ver a su ex novio al otro lado de la orilla. Es más sobrenatural que Kitchen pero sin duda también más poético y realista a la vez, da mejor idea del duelo de su protagonista y aporta más sustancia para la lectura, el simbolismo es más rico y es breve y precisa. Finalmente, como dice Mikage: “Con hambre no se puede hacer nada”.

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Una única, eterna madrugada.

abril 26, 2010

“Madrugada y noche se parecen en la oscuridad, pero la madrugada tiene algo definitivamente inapropiado para la vida, tal vez el carácter inapelable de la soledad de quien, a esas horas, está sólo. Sobre todo si está despierto.”

Es el primer libro que leo de Mario Levrero. Me enteré hace un par de años de la existencia del libro pero no había podido conseguirlo, hace unos meses por fin lo conseguí y fue notorio mi desencanto cuando en la solapa del libro encontré la típica mercadotecnia literaria. Una tira de papel que asegura que el libro que se acaba de obtener es un éxito de ventas. El desencanto se debió a que yo esperaba del libro más que una novela de éxito un diario honesto y es muy inusual que un diario se convierta en éxito de ventas, más cuando se narra en él algo tan cotidiano y tan extenso. Mario Levrero ganó la beca Guggenheim y pronto se dio cuenta de que era incapaz de escribir nada que se acercara a un libro para la fundación por lo que decidió retomar una novela de varios años antes llamada La novela luminosa. Ante la incapacidad decide registrar minuciosamente, a veces, esquemáticamente otras, las dificultades que encuentra cada vez que se dispone a escribir, cuando llega a hacerlo tras superar un cúmulo de vicios y adicciones que se agrupan alrededor de pasatiempos de dispersión mental: internet, a través del ya casi olvidado cable telefónico (Levrero también la pasaba mal en la espera para obtener tono); compilación de programas de computadora apasionantes pero casi inútiles que van creando nuevas necesidades, pago de recibos de luz, algo de pornografía y un largo etcétera de evasiones cotidianas además de considerable cantidad de malestares somáticos con los que debía luchar por un estado mental que le permitiera escribir.  Esta era la parte del libro que más me interesaba, un hombre hablando cotidianamente de su día a día, de sus frustraciones y sus pensamientos. Mario Levrero murió al poco tiempo de terminar el libro debido a complicaciones médicas y de la noche a la mañana se convirtió en un éxito de ventas que muchos han comparado con el fenómeno Bolaño, así estaba yo con mi ejemplar saliendo de la librería, cosa posible gracias al boom que se ha desatado alrededor de la persona de Levrero. Más que un libro de filosofía, ideas o ingenio argumental es un libro de pensamientos. Pensamientos de un hombre culto, viejo y enfermo que debe hacer frente a una situación personal alejada del romanticismo literario y del gran mercado para lograr extraerle a su mente algo utilizable para su vocación creativa. Hay gran cantidad de pensamientos a lo largo del libro, con unos se comulga mientras otros son muy lejanos en tiempo, espacio y contenido, es un libro rico y honesto y por tanto ninguno de ellos es despreciable, hay pocos güiños al lector a pesar de que comienza el diario de la beca con la intención de publicarlo.

Se goza de intimidad cuando un buen escritor dice: Quiero escribir, pero no puedo escribir. Hay demasiadas cosas que lo alejan de la escritura a pesar de que la literatura es el centro de sus preocupaciones. Poco a poco uno va conociéndolo con discreción hasta que uno se descubre con ganas de hacerle una visita a la una de la mañana. Es frecuente que cuando comenzamos a leer más jóvenes y nos atrae algún autor amputemos su realidad cotidiana para crearnos una figura de identificación cercana en gustos y aptitudes, en pensamiento  y en potencia, lejana en expectativas y realidad. Se forma un amasijo de persona que nada tiene que ver con quien pensó y estructuró el lenguaje tan admirado. Luego uno se pregunta, pero qué le habrá pasado a ese hombre que acabó desaparecido, que murió en la miseria, que no “supo” sacarle provecho a su talento o que se enredó en las relaciones con los otros hasta encontrar rivalidades, prejuicios y suicidio. Es como pensar que Cortázar hacía sus tres comidas cuando se fue a Paris, o que Macedonio Fernández mostraba sus textos con orgullo a sus vecinos o a Zizek disfrutando de una vida académica como reputada autoridad.

Por el contrario se ve a Levrero intentando descubrir en su vida, en sus encuentros con su mujer, en sus recuerdos de infancia por qué su vida es como es. Es un hombre que pasó por varios procesos analíticos y ha comprendido mucho, pero también se ha enfrentado con el único desconocimiento del mundo que le ayudaría a comprender su vida, si se pudiera. “Explico a los jóvenes: no hay nada bueno en el alcohol, en el cigarrillo, en las prostitutas, en la pornografía ni en las drogas. Son todas cosas que destruyen el cuerpo y la mente. No hay que pensar ni por un instante en que puedan servir como instrumento de liberación: por el contrario, crean dependencia, alienan, destruyen y finalmente matan… Debía destruirme porque no conocía las herramientas para construirme. No es una receta. no traten de seguir mis pasos… Por si no quedó claro, vuelvo a explicar a los jóvenes: no hay nada bueno en la televisión, en los diarios, en el dinero, en la política, en la religión, en el trabajo. Son todas cosas que destruyen el cuerpo y la mente. No hay que pensar ni por un instante en que puedan servir como instrumentos de liberación: por el contrario, crean dependencia, alienan, destruyen y finalmente matan.” Su vida y sólo su vida frente al mundo que ésta le permite ver. Al final del diario de la Beca comienza La novela Luminosa propiamente dicha y continúa intentando descubrir qué es aquello que entre milanesas, citas, recuerdos, palomas y llaves eléctricas le ha sido anunciado en una experiencia emocional propia, incomunicable e indisputable.

Experiencias que da en llamar luminosas, experiencias que lo marcaron profundamente: un sueño, una mirada de mujer, un viaje a la escuela, una ruptura amorosa. Todas ellas intransferibles, buen núcleo para una literatura. Le interesan los yonquis, los beatniks y Phillip K. Dick, ve en su literatura una huella y una experiencia que debe tomarse al pie de la letra, hablen éstas de fantasmas, realidades paralelas, coincidencias interpersonales, secuencias de acontecimientos, sucúbos, muertes de amigos, telepatía y precogniciones. Cosas que uno va callando por amor a las buenas conciencias y por la imposibilidad de verdadera comunicación. Todo esto debe tomarse al pie de la letra. “Conocí el caso de un muchacho que le gustaba ir al zoológico. Se sentía bien entre los animales, aunque estuvieran enjaulados. Se sentía tan bien que poco a poco se fue dando cuenta de que podía comunicarse con algunos de ellos. Cometió el error de contárselo a su psicoanalista. Créame, lector, no volvió a ser el mismo de antes; nadie vuelve a serlo después de una buena serie de electroshocks. Sabiéndolo, me abstuve de comentar que, una vez, la luz de un semáforo me hizo saber que yo estaba vivo; no me lo dijo en palabras pues, al igual que las rocas, los semáforos no hablan nuestro lenguaje; simplemente yo comprendí el suyo. Me abstuve de comentar, durante años y años, que la mano de una mujer me acarició la cara, desde una distancia de unos cuatro o cinco kilómetros, y que otra mujer desde una distancia de cien kilómetros me mordió la espalda. Y que otra mujer, desde una distancia similar, dijo mi nombre y yo la oí.. que una planta fabricó una vez una muy extraña semilla a influjo de mi amor por una mujer; que me comuniqué telepáticamente con un perro y que la noche que éste fue envenenado, yo soñé con él- soñé que hacía mucho frío, que estaba nevando, que encontraba al perro en la calle y lo tomaba en brazos, y la nieve caía y caía sobre nosotros-… Me abstuve de comentar que una vez me fue dado ver los colores de un paisaje  con la mente de un amigo pintor; y que una vez escuché una canción con la mente de otra persona. Me abstuve de comentar muchas otras otras cosas que sigo absteniéndome de comentar.”

Tristemente son muchos los analistas que emprenden una fuga a la salud, que creen en un mundo armado, real y tangible y que todo lo que los contraría se acerca a la psicosis como enfermedad, que desechan la posibilidad de una verdadera comunicación. Me he abstenido de comentar que el principio de realidad es muy mal comprendido, en esta época y en otras, que se puede creer en esto y afirmar que Jung se equivoca en sus concepciones, creo que hay otro camino que la mística.

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Último round

noviembre 18, 2009

Me ascendieron la semana pasada. Fue una circunstancia fortuita, sin ceremonias, sin cumplir mérito alguno y, principalmente, sin acierto. Mi superior en la constructora en que trabajo tuvo un accidente automovilístico. Regresaba de Cuernavaca con su familia cuando inesperadamente se encontraron con un burro que cruzaba con parsimonia la carretera, por esquivarlo se fue el coche a la cuneta en una de las tantas curvas mortales de la legendaria carretera libre México- Cuernavaca. Tenía una bonita casa de fin de semana, llegué a ir dos o tres veces, no era sofisticada ni rústica ni amplia ni pequeña, luminosa un poco, pero sólo cuando el cielo estaba despejado. El que me pareciera bonita quizá tenga más que ver con el nombre del fraccionamiento y la sensación de estar en la casa de fin de semana de mi compañero que con la arquitectura de la misma, una casa hecha en serie y vendida en los quioscos de los centros comerciales de la ciudad. La casa tenía dos plantas, una alberca de unos tres metros, un árbol de peras y dos bugambilias de unos diez años que dejaban la alberca recubierta de flores. Debía ser fabuloso zambullirse en la alberca cada fin de semana y apartar las flores moradas mientras tu hija las enredaba en su pelo. Poca gente lo sabe pero las flores de bugambilia son blancas y pequeñísimas como las hijas de mi compañero, las que tomamos por flores en realidad son hojas que se han modificado para facilitar la polinización. Dentro de la casa había tres recámaras, dos abrían sus ventanas hacia el jardín mientras que la tercera se orientaba a un pasillo que llevaba a la calle, una cocineta y una sala organizada alrededor de una televisión enorme donde siempre estaba sintonizado el Cartoon Network o el fútbol los domingos, dos o tres cuadros y algunas plantas ornamentaban la estancia. La habitación de huéspedes era una de las que se orientaban hacia el jardín. Alguna vez mientras platicábamos en el jardín y los primeros zancudos de la tarde comenzaban a congregarse cerca de nosotros le pregunté a mi amigo la razón por la que sus hijas habían elegido la habitación del fondo, la que daba al pasillo y a la calle, y se apartaban por las noches de la alberca y el jardín. Es que me gusta darle lo mejor a mis huéspedes, además es una lata dormir a las niñas cuando saben que la alberca está tan cerca. En ese momento le di la razón mientras intentaba vanamente matar a los moscos, los presentía ocultos en la penumbra y solo era sensible a ellos cuando escindían grácilmente la vaguada de la tarde, fue hasta que pasé la caseta de la ciudad de México y estaba entrando a Tlalpan que me pareció que debería ser justo al revés de como lo pensaba mi amigo. Ese día ya no hablamos. Al día siguiente me ascendieron, el delirio por el ahorro le había costado la vida a mi amigo y a su familia en las curvas de la libre.

Pasé los primeros dos días haciendo planos y trabajo de escritorio antes de integrarme a mis nuevas funciones. Ahora tengo que ir a las obras, negociar con contratistas, hablar con los obreros y hacer trabajo de campo. También tendré que supervisar algunos momentos clave de la construcción y tomar decisiones sobre la marcha, recalcular las cargas de las columnas y dirigir la conexión de las instalaciones con las obras públicas. Tendré dinero en un par de años para comprar una de esas casas.

La noche del martes estuve inquieto, casi no pude dormir. Cuando llegué de trabajar cené sin apetito, dejé casi la mitad del sandwich de jamón que compré de camino, y me puse a pensar sobre el día siguiente. Desde la universidad no había puesto pie en una obra, no es que no me gustara pero llevaba varios años haciendo planos y tareas administrativas, haciendo diseño, guiado y limitado, mezquino, pero trabajo creativo a fin de cuentas. Me sentía como el niño que va a volver a la escuela y tiene miedo de que se le olviden los calcetines o la mochila o que sus compañeritos tan amigables el año anterior se hayan convertido en unos canallas pubescentes durante el verano. Preparé mis cosas, unas botas, un pantalón de mezclilla, una camisa de franela barata que irremediablemente me despojaría de mi estilizada imagen abombándose en el vientre y desempolvé el viejo casco de seguridad antes de dormir. Esa noche soñé que era maestro de primaria rural y que mis alumnos se burlaban de mi cada vez que me volvía para escribir en el pizarrón porque un ciempiés grotesco se había colado en el salón y se acercaba a mí cuando me volteaba. Yo veía el ciempiés y tenía miedo de que me mordiera pero mi comportamiento en nada se alteraba, continuaba con mi clase y cuando las risas subían de volumen y no podía ignorarlas me volvía y les preguntaba angustiosamente de qué se reían, se quedaban callados y se miraban traviesos. Cada vez la escolopendra se acercaba más y más. Al final me mordía en el talón, no traía calcetines.

Llegué temprano a la obra, un conjunto de veinte casas en Metepec. Como era muy temprano no había nadie en el lote salvo el velador. Me quedé en el coche mientras desayunaba y estuve observando con la ventana abajo el panorama que se ofrecía a mis ojos. Los insectos variaban la intensidad de su zumbido a medida que el sol subía por la grúa de un conjunto habitacional cercano. Las calles impecablemente pavimentadas con concreto hidráulico cortaban infinidad de terrenos en distintas etapas de edificación, la mayoría eran baldíos o se habían desbrozado recientemente, en los camellones y arcenes del camino principal convivían palmeras enanas, cables y tuberías que señalaban el camino a los terrenos. Por un momento fui presa de la emoción y me entusiasmé pensando que ahí se construía algo, bajé del auto y recorrí febrilmente una de las manzanas a pie. A cada paso imaginaba un edificio distinto para cada parcela que nada tenía en común con el proyecto que se edificaba ahí, las construcciones se superponían en mi mente construyendo imaginarios falansterios. Entonces los vi venir por la calle principal. Una llamarada naranjada. Venían desde la carretera entre ruidos de camiones y trailers de las distintas constructoras. Los insectos callaron en ese momento o me encontraba tan absorto en mis pensamientos que no había notado el silencio en el que había caído. Cientos de obreros marchaban decididamente hacia mi con sus casacas Pantone 811 reluciendo al alba. Emprendí apresuradamente el camino de regreso al auto, el vaso de la cafetería quedó a medio camino para ser pisoteado decenas de veces. Esperé en el auto mirando nerviosamente por el retrovisor la turba que se avecinaba pero solo unos pocos siguieron caminando por la calle central y me adelantaron somnolientos. Poco a poco se fueron encendiendo las máquinas en los lotes y las grúas cobraron vida. Decidí esperar otra media hora y finalmente entré a la obra.

Lo primero que noté al entrar fue que nadie me esperaba. Lo siguiente fue que no les importaría mi existencia hasta mitad de la mañana, hora en que llegaría el camión de suministros que debía administrar entre los cinco grupos de casas que constituían la obra. Aproveché el tiempo para hacer unas llamadas bajo la mirada recelosa del velador que habiendo pasado la noche sin novedades no se animaba a irse a casa con la curiosidad insatisfecha. Al cabo de un rato volví a platicar con el encargado y le pedí que me mostrara el desarrollo. Son solo piedras todavía, no hay nada que ver, me respondió. Insistí en que de cualquier manera me gustaría conocer el terreno para empezar a trabajar en los planos. Un poco malhumorado accedió y cuando caminábamos alrededor de los cimientos, los señalaba y decía estos son los cimientos, señalaba unas columnas y decía esas son las columnas, cuando nos acercamos a las casas que estaban más avanzadas me condujo a través de ellas y me invitó a subir por una escalera exterior, se detuvo ceremonioso cerca de una ventana y, por fin de buenas, me dijo: este es el segundo piso, al centro se ve la alberca, y rió dichosamente. Yo reí sin asomarme, por fin se había distendido la atmósfera, pero como el hombre seguía apuntando firmemente con la mano hacia el centro del terreno y la frialdad amenazaba con reinstalarse me acerqué tímidamente para verla. Al centro del terreno se había excavado un hoyo rectangular de seis por doce, como aun no se había recubierto con cemento lo único visible era un gran charco de lodo en el que se reflejaba el cielo de la mañana y bebía un perro.

El resto del día estuve en un apartado de la cabina del velador revisando planos y cuentas, los proveedores llegaron pasada la hora de la comida y todo transcurrió dentro de la habitación. Como era el primer día debía ponerme al corriente con el trabajo de mi amigo. Las horas pasaron levemente, casi no tuve tiempo de ocio. La comida me la dio el velador y comí en el cubículo. Alrededor de las seis de la tarde me encontraba cansado y me disponía a salir cuando el encargado llegó sonriente. ¿Ya se va ingeniero? Arquitecto, soy arquitecto. Perdón arqui, los muchachos y yo vamos a ver la pelea de box en la tele y queríamos invitarlo a que la viera con nosotros, El Gallo se trajo la tele de su casa y algunos fueron por unas chelas. ¿Cómo ve?

El camino hacia las casas que estaban más avanzadas era más complicado que en la mañana, la oscuridad amenazaba con infinidad de aristas en las que enganchar la piel y en el cielo las nubes presagiaban tormenta. El encargado caminaba con seguridad mientras yo lo seguía tanteando el terreno, la única luz boyante en la distancia era la de la ventana y la puerta en donde habían instalado la televisión. Cuando entramos había unos ocho o diez hombres sentados en el piso viendo la televisión, las cervezas habían llegado apenas y comenzaban a repartirlas. El encargado me presentó ceremoniosamente, su expresión era muy parecida a la que empleó cuando me mostró la alberca. Él es el ingeniero nuevo, va a estar trabajando con nosotros muchachos, pásenle una chela. Por un instante todos me miraron y se quedaron callados mientras abría mi cerveza. Cuando terminé todos dijeron salud inge. Salud. En la pantalla se veía un cuadrilátero azul de las Vegas, pelearía un mexicano y un colombiano, pesos ligeros, pero nadie parecía interesado, estaban cansados. Dos pausas comerciales después inició la pelea, de inmediato todos enmudecieron y miraron la pantalla. A los tres segundos comenzaron las porras, el mexicano iba ganando terreno, se movía con seguridad ante la petulancia del extranjero. Dale pendejo, a los riñones, el mexicano lanzó una ráfaga de golpes acertando dos de lleno que marearon al colombiano. No se abracen, parecen nenas Gallo. El tal Gallo condescendió mientras el colombiano lanzaba un duro golpe a los riñones ganando la atención del mexicano y del Gallo. Tocaron la campana, el mexicano estaba fresco aún, el colombiano sudaba copiosamente mientras le limpiaban la frente y le gritaban consejos. Anuncio de cerveza, salud. La chica del cartel del segundo round arrancó suspiros, comenzó a llover. Los rounds se sucedieron con rapidez, a la altura del quinto asalto el mexicano tenía un corte en la ceja y el colombiano miraba como un caballo pandillero a su rival. Salió de nuevo la chica del anuncio de cerveza. Entonces se fue la luz. El tal Gallo corrió a la tele y le dio palmaditas desesperado. No me falles chiquis. No wey, se fue la luz, también se apagó el foco. Todos se rieron pero el ánimo decayó rápidamente. Comenzaron a quejarse, otra vez se había tronado el generador y habría que esperar hasta el día siguiente para que alguien de la empresa lo arreglara. Un poco bebido les dije que igual y lo podía arreglar, como tenía que diseñar las instalaciones eléctricas conocía muchos tipos de plantas eléctricas y si me decían donde estaba el generador con suerte le encontraría el problema. Quizá fuera sólo el fusible. El encargado encendió una lámpara, la puso bajo su mentón y dijo borracho: ¿En serio?. Me apuntó con la lámpara, enserio, le dije. A ver deja te enseño. Me acompañó a la puerta, sentía sus miradas tensas en el cuarto oscuro mientras el encargado me explicaba dos veces cómo llegar a la planta porque la primera no le había entendido o no me había dicho nada coherente. A estas horas el único peligro es caerse a la alberca o caerse de borracho y partirse la cabeza con un fierro. Se va con cuidado arquitecto.

La lluvia caía con pesadez, era una lluvia de grandes gotas. Por un momento quise volver a casa, qué necesidad tenía de todo eso. Pero de pronto me sentí aventurero, comencé a caminar por el terreno fangoso, nadie me esperaba en casa. El terreno fluía bajo mis pies y tenía la extraña sensación de ir flotando, el lodo se había adherido a mis botas, me resbalaba de vez en cuando y recuperaba el equilibrio tras varios pasos sin perder la inercia. La linterna que me habían dado iluminaba la lluvia y señalaba con una cascada rutilante el camino pocos metros adelante. El camino comenzó a parecerme desconocido, temí por un instante haberme perdido, qué pasaría si me caigo en la alberca y tienen que salir a buscarme. Por fin vi la caseta de la planta de luz, sombría entre la lluvia. Entré a ella y más tranquilamente me orienté dentro del cuarto con la linterna, pensé que lo único peor que caerme en la alberca sería que me encontraran la mañana siguiente muerto y retorcido en una pared. Ah, ahora no fueron los fusibles, le diría el electricista al encargado, lo que pasa es que se le atoró un ingeniero entre los cables. Arquitecto, era arquitecto diría el encargado. Encontré el problema con facilidad, era un fusible, estaba bien, sólo había que cerrar de nuevo el circuito. Subí la palanca. Apreté el interruptor. A lo lejos se oyeron gritos de júbilo, último round, último round. Pensé en regresar de inmediato para no perderme la pelea pero preferí esperar en la caseta mientras se animaba con el rumor de la electricidad.

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Tras de ti duermen las estrellas

noviembre 18, 2009

 

Me da gusto que hayas aceptado venir a pesar de los años que no nos hemos visto, y más después de todo lo que nos pasó. Dirás que soy un necio pero creo que la decisión que tomamos en aquel momento, la de no vernos, fue acertada, aunque no quito el dedo del renglón, igual que entonces, de que es una de las decisiones más absurdas que pudimos tomar. La verdad tenía muchas ganas de platicar y si no fuera porque lo que quiero hablar es de gran importancia, aunque quizá a nadie más le interese, no te hubiera llamado para vernos y seguiríamos siendo consecuentes con aquella decisión. La cosa es que hace un par de semanas me encontré con Roberto para hacerle compañía un rato, sigue viviendo en el mismo instituto mental que desde hace diez años. Sé que habíamos hecho la promesa de no visitarlo desde que nos lo pidió cuando se enteró que sus padres tenían la intención de internarlo. Ese día lo recuerdo con particular lucidez, hablaba rápidamente engarzando las palabras como un joyero minucioso. Nos dijo que prometiéramos que nunca lo visitaríamos ya que odiaría que nuestra amistad se viera reducida a esa suerte de ritual que nos esperaba, que prefería morir a ver a sus amigos despojándose de sus convicciones para fingir alternativamente entre que estábamos de acuerdo con lo que él pensaba y lo que pensaba el mundo de sus opiniones. No se podía vivir de esa manera, acabaríamos todos locos. Jeje, y aquí se rompió la taza. Cada quién se fue para su casa, o lo que quedaba de ella. Yo volví a la mía que nunca se repuso del secuestro de mi hermana, tu a la tuya y Roberto a la de la risa, o lo que quedaba. En estos días esas casas albergan cualquier otra cosa que la risa, el mundo está lleno de locos brillantes, salvo en los casos más trillados cuesta trabajo que algo de lo que nos digan nos provoque risa. Yo fui tirando, me salí de casa y la vida me fue poniendo en el camino hacia la ruina, je, tampoco me ha ido tan mal. Ahorita la situación va de perlas, pero dos años después de que nos separamos las cosas no iban nada bien. Por esa fecha me despidieron de la empresa, me deprimí, no digo que no, en aquel momento no tenía ni idea de que andaba tan mal. Tenía la sensación de que solo le importaba a unas pocas personas, que en ese momento ni me veían. La policía había dejado transcurrir el tiempo oficial para declarar a mi hermana muerta y mis padres no lo tomaron bien. Mi padre se deprimió en ese instante, mi madre en cambio decidió que mi hermana estaba viva y que jamás la encontraría. A los dos la vida se les llenó de tragedia, creo que a mí no me importó lo de mi hermana, desde hace años que pensaba que había muerto. Solo pasaba el día sintiéndome un accidente en el mundo, algo sin importancia como una mata de pasto hirsuta creciendo en la soledad del desierto. El fracaso laboral y lo que sucedió ese año en el fraccionamiento, el año en que mataron a mi hermana, me movió a buscar a viejas amistades. Pensé en Roberto pero pude mantener la promesa unos dos años más. En un arranque de compasión decidí que de los accidentes inútiles él era sin duda el más solitario y fui a buscarlo a la casa del escalofrío. No lo pude ver inmediatamente o si lo ví no me encontré con Roberto realmente sino con alguien completamente aislado, hasta se echaba de menos al Roberto de los últimos tiempos, cuando los secuestros, cuando todos teníamos miedo de ir a la escuela y él era el único que creía que no había por qué preocuparse, se mantenía tan tranquilo. Su madre se la pasaba el día rezando y reacomodando los muebles para combatir las malas vibras y alejar la ola criminal que se cernía sobre el vecindario. Roberto se la contrariaba todo el tiempo no dejándola entrar en su cuarto y enseñándole libros sobre el espacio y fotos aéreas de la ciudad donde le mostraba como el feng shui era una guerra perdida contra el caos universal. Quizá de los tres yo fui el que vio más de cerca esa ola de homicidios, aunque hay todavía algunos que siguen pensando que fueron secuestros. La policía no tenía información que ligara a los desaparecidos excepto el lugar de residencia o de desaparición que es lo mismo, todos fueron secuestrados por la noche cerca de sus domicilios. Hombres, mujeres, niños, ancianos y hasta un par de bebés. La gente se quedó con la impresión de que los raptos habían sido pocos, como no era este un criminal que se ensañara con un grupo de edad o una preferencia sexual determinados, la gente se limitó a sufrir únicamente los casos que se acoplaran a sus preferencias emocionales del momento. Echamos la casa por la ventana, viajamos, preguntamos, caminamos, visitamos e interrogamos, tú lo viste, pero no logramos encontrar más información que la policía. Unos pocos nos volvíamos locos y otros estaban como Roberto evadiendo las cosas con la mirada fija en las estrellas. Sin trabajo, sin dinero y sin casa nos fuimos a otra zona de la ciudad, no tan agradable como ésta. Al principio Roberto no me reconocía y rara vez hablaba para sólo comentar algo sobre el clima pero tras varias visitas comenzó a tratarme de otra manera. Lo primero que quiso saber fue por qué estaba ahí, por qué la promesa. No me dejó verlo durante varios meses. Finalmente me perdonó y platicábamos frecuentemente sobre los tiempos de la escuela, los de antes de los crímenes, buenos tiempos pero algo no andaba bien en él, una vez me preguntó qué tal estaba mi hermana, si había tenido éxito en la gastronomía. Cuando intentaba explicarle se ponía ansioso y tenía que marcharme. Todo lo fui reconstruyendo yo, Roberto no ayudaba y yo sentía ahora la necesidad de entender todo el tiempo de la escuela, desde el principio había deseado eso. ¡y pensar que fui con Roberto para acompañarlo! Lo visitaba una vez por mes, a veces más a veces menos. Triste rutina. Un día Roberto me llamó, quería contarme algo. Estaba escribiendo un libro, Tras de ti queman las centellas, donde explicaría lo que le sucedió antes del internamiento. Era una tarea para su psiquiatra pero él escribiría dos versiones. No pensaba que su psiquiatra se interesara por lo que él pudiera decir pero seguro que otros lo harían. Como no se acordaba de casi nada le fui llevando información, nombres, fotos. No sé si escribía pero platicábamos las diferentes teorías de la gente de la colonia, Roberto se enfebrecía y afirmaba que él lo resolvería todo, en cuanto se acordara. Le hablé de él, de su indiferencia, de su languidez, de sus ideas raras y de la crisis que había tenido una semana después de que nos hiciera prometer que no lo visitaríamos. Le di la información de la policía. Su colapso estaba en relación a los crímenes, según él los había sentido de una manera mucho más, íntima que el resto de las personas. Eso fue hace cuatro años. A los pocos días volvió a tener un colapso y no pude verlo desde entonces. Me llamó y fui a verlo hace dos semanas. No estaba bien, casi deliraba y era triste verlo fracasar en darle a su discurso un aire solemne, fiable, se había dejado crecer el pelo y se cubría con el casi toda la cara. Es llamativo como los locos gustan de ignorar las normas de etiqueta para rodear de misterio su pensamiento. Contó que durante los primeros meses lo invadió la sensación de saber algo sobre los crímenes, algo que los demás no sabían o, según reflexionó, sabían pero no se daban cuenta de su saber. Se devanaba los sesos, se preguntaba todo el tiempo qué era aquello que se le escapaba. Como no quería que su madre pensara que estaba preocupado igual que ella por los crímenes, y quizá hasta más histérico que ella, mantenía una actitud abstraída e indiferente cada vez que se tocaba el tema en público. Al menos al principio, luego fue real, ya no actuaba y a pesar de dormir en exceso estaba cansado e indiferente todo el día. Su papel se apoderó de él y pronto estaba abstraído y movido por sus convicciones todo el día. Roberto estaba cada vez más exaltado, se había puesto de pie, no estaba completamente seguro pero creía saber lo que había ocurrido, hablaba con dificultad. Se puso a sollozar, dijo que la noche de la crisis tuvo una pesadilla, una pesadilla terrible en que la gente que moría no desaparecía sino que se desintegraba, morir era una experiencia terrible, ahí nadie quería morir porque el que moría se desintegraba al instante y todos lo veían desintegrarse ante sus ojos intentando prolongar penosamente un absurdo gesto vital, no, no se desintegraban, se despedazaban. Se despedazaban. Es casi lo mismo. No lo sé, yo tampoco me encuentro bien. Es horrible. Nunca lo había visto tan desfigurado por la ansiedad, despertó de la pesadilla en el océano de la noche, dijo que era una especie de animal, no lo vio con claridad, solo algo largo tras la televisión que lo penetraba por la frente mientras dormía. No había dolor, solo impotencia.